domingo, 27 de noviembre de 2016

Bailar Por siempre

Desde muy pequeña Nahid tenia el sueño de ser bailarina, así que le dijo a su madre que quería que la
inscribiera en clases de ballet.
Al día siguiente su mamá la llevo a comprar su uniforme; desde el momento en que llego a su casa se
vistió y coloco vídeos en su computadora para poder practicar.
Empezó a practicar todos los días hasta que ya estaba preparada para participar en su primer recital.
Fue la mejor y todos le aplaudieron, su mamá la felicito y le dijo que estaba muy orgullosa de
ella.
Y así Nahid logro su sueño.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Kalona

Sombras en sombras
Él mira a través de los sueños
Alas negras como África
Cuerpo fuerte como roca
Esperando
La llamada de los cuervos.

La Casa De La Noche

Debajo de las estrellas brillantes,
Bajo la brillante luna,
Cuando la noche ha curado las cicatrices
De las quemaduras del mediodía...
...Y así le digo a usted,
En caso de poseer en su corazón odio,
Cuando luchas a través del día caliente
Apartate del odio...
El decepcionante día, siempre malo como,
Es algo que terminó, se termina ahora.
Olvida, perdona, las cicatrices y el sueño te encontrara pronto.
Debajo de las estrellas brillantes,
La brillante luna.

martes, 22 de noviembre de 2016

John Lennon

Cuando hagas algo noble y hermoso y nadie se dé cuenta, no estés triste. El amanecer es un espectáculo
hermoso y, sin embargo, la mayor parte de la audiencia duerme todavía.

domingo, 20 de noviembre de 2016

GUSTAVE FLAUBERT

El futuro nos tortura y el pasado nos encadena.
    He ahí por qué se nos escapa el presente.

sábado, 19 de noviembre de 2016

jueves, 17 de noviembre de 2016

Closetlgbt Sin Etiquetas

Maldita la necesidad que tenemos de ponerle nombre y apellido a las cosas, que si es bueno, que si es malo; que si es correcto, que si no; que si es blanco, que si es negro. Dicen que esta necesidad surgió de la curiosidad del ser humano, pero yo creo que solo es un simple resultado del control que pretendemos tener de las cosas.
A través del tiempo he logrado liberarme poco a poco del sentido de control con el cual fui educada.
“Tienes que estudiar, para ser una buena profesional, para que puedas tener éxito, para que puedas ser un ejemplo, para que tengas un buen sueldo”, siempre las cosas tan definidas, no por nosotros pero por una sociedad cuadrada y limitada. Y ¡cuidado con salir de los parámetros permitidos!, cuidado con ser diferente, con querer algo diferente. Eso sí que asusta a la gente señores.
Que la oscuridad asusta?¡Esperen a ver a alguien en su plena libertad! Eso puede aterrar a cualquiera.
Cuando me di cuenta de que podía amar a una mujer, lo único que deseaba era darle nombre a lo que sea que me estuviera sucediendo: lesbiana, transgénero, transexual, asexual, pansexual... lo que sea podía servir siempre y cuando aliviara la angustia que sentía al no entender lo que sucedía. No me había dado cuenta que todo este temor a la incertidumbre era una consecuencia natural del tipo de educación de una sociedad nerviosa e insegura.
Yo no lo llamaría naturaleza humana, porque nada de natural ni de inherente al hombre tiene la necesidad de etiquetar. Mas bien yo diría que es algo que hemos venido reproduciendo a través del tiempo y que no nos hemos atrevido a cambiar, nada más que una construcción social. Lo peor de todo
es que nos damos cuenta que con acciones personales podemos hacer que todo este desprecio y esta discriminación a lo desconocido desaparezca. Un buen paso puede ser reconocer quiénes somos, sin miedo a lo que puedan decir, porque entre más seamos menos “anormal” se volverá.
Las etiquetas solo se han encargado de crear gente que necesita despreciar, insultar a todo aquello que no coincide con sus conceptos. Y el problema se vuelve más grave cuando estas personas ocupan cargos o posiciones relevantes. Empecemos desde un ámbito político, donde la presidencia o la alcaldía son presididas por seres de mente cerrada y aplacada. Pero no descuidemos el ámbito familiar, donde un padre o una madre, un tío, un hermano o una prima no conciben ideas distintas a las “tradicionales”.
Es entonces cuando inicia la violencia: física, psicológica, verbal, no importa qué clase de violencia, al final es lo que es, y sí que pesa lidiar con ella.
Está en nuestras manos cambiar esta situación. Iniciar a construir un ambiente distinto, donde las etiquetas no sean el centro de nuestro universo, en donde no exista la necesidad de salir de un clóset, porque el clóset simple y llanamente ya no existe; donde podamos expresarnos libremente.
El primer paso hacia todo esto es dejar de cuestionar quiénes somos o lo que amamos.
Aceptar que no necesariamente debemos poner un nombre a lo que sentimos. Muchas veces somos los primeros en discriminarnos, y esperamos que esto no se expanda hacia todos los que nos rodean. El miedo se huele, y la inseguridad también. Resulta más o menos como cuando caminamos junto a un perrito enojado. La discriminación viene desde nuestro interior y se esparce en el universo. Basta de insultos, de arrepentimientos, de juicios: somos lo que somos y que esas etiquetas de lo que está “permitido” o lo que está “prohibido” no se nos contagien. Al final somos nosotros quiénes damos un significado a las cosas, y no las cosas las que nos definen.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Proverbio árabe

Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada.

viernes, 11 de noviembre de 2016

jueves, 10 de noviembre de 2016

miércoles, 9 de noviembre de 2016

El coleccionista de relojes extraordinarios, Laura Gallego Garcia.

El emperador comenzó a alimentar a su extraordinario reloj con las almas de aquellos que se atrevían a tocarlo. Y así, pronto la ciudad se llenó de cuerpos vivos, pero sin alma, como cascaras vacías, como autómatas que se movían sin recordar cómo ni porqué.

martes, 8 de noviembre de 2016

P.C Cast y Kristin Cast

    Erase una vez, hace mucho, mucho tiempo, donde solo existía la Energía Divina del universo. La Energía no era buena ni mala, no era luz ni oscuridad, masculina ni femenina -simplemente existía, un torbellino de posibilidades, colisionando, uniéndose y creciendo. Mientras la energía crecía, evolucionaba. Mientras evolucionaba, creaba.
Primero llegó la creación de los reinos del Otro Mundo -interminables visiones se llenaron con sueños de Divinidad. Estos reinos eran tan hermosos que inspiraron a la energía a seguir creando, y desde el seno de cada uno de los reinos del Otro Mundo nacieron grandes sistemas solares, reflexiones tangibles de la Magia Antigua del Otro Mundo.
    La Energía Divina del universo estaba tan complacida por sus creaciones que empezó a moverse y cambiar como vórtices de poder dentro de sí misma, como una polilla atraída por los diferentes universos. Cierta Energía estuvo satisfecha y tranquila, existiendo eternamente en una órbita giratoria de estrellas y lunas, y hermosos pero vacíos planetas. Cierta Energía destruyó sus creaciones, más satisfecha consigo misma que con las posibilidades. Y cierta Energía continuó cambiando, evolucionando y creando.
    En un reino del Otro Mundo, la Energía Divina era particularmente inquisitiva y precoz, inquieta y alegre, porque más que nada deseaba compañía. Así que, desde el interior de los verdes bosques y lagos color zafiro del Otro Mundo, lo Divino forjó fabulosos seres y les dio vida. El aliento otorgado por lo Divino llevó consigo inmortalidad y conciencia. Lo Divino nombró a estos seres Dioses, Diosas y Fey. Les concedió a los Dioses y Diosas el dominio sobre todos los reinos del Otro Mundo, y le encargó a los Fey ser sus sirvientes.
    Muchos de los seres inmortales se dispersaron por los interminables reinos del Otro Mundo, pero aquellos que se quedaron complacieron a lo Divino enormemente.
A ellos, lo Divino les regaló un dominio adicional sobre todos los otros inmortales, la administración de un planeta particular en su sistema -un planeta que intrigaba a la Energía Divina porque reflejaba la belleza verde y azul del Otro Mundo.
     La intriga engendró curiosidad, y la curiosidad engendró exploración, hasta que finalmente lo Divino no pudo resistir el acariciar la superficie del planeta verde y zafiro. El planeta despertó, nombrándose a sí mismo Tierra. La Tierra atrajo a lo Divino, invitándole con sus exuberantes tierras y sus dulces y tranquilizadoras aguas.
     Llenos de asombro, los Dioses y Diosas observaron.
     Encantada con su propia creación, la Energía Divina se unió a la Tierra. Quien le complació extensamente; pero la Energía no podía ser contenida por mucho tiempo. La Tierra entendió y aceptó su naturaleza, nunca amándole menos por aquello que no podía ser cambiado. Antes de dejarla para recorrer el universo, buscando más compañía, la Energía Divina le dio a la Tierra su regalo más preciado -la magia que era el poder de la creación.
     La joven Tierra, fértil y seductora comenzó a crear.
     La Tierra sembró los terrenos y los océanos con su regalo de la creación, y de ellos evolucionó tal magnitud de criaturas, que los Dioses y Diosas desde el observante Otro Mundo, empezaron a visitar a la Tierra con más frecuencia, disfrutando de la diversidad de la Tierra viva.
     La Tierra le dio la bienvenida a los inmortales, hijos de su amado Divino. Ella los amaba tan profundamente que se inspiró a diseñar una creación muy especial. De su seno, formó e insertó vida a los seres que forjó a la misma imagen de los Dioses y Diosas, llamándolos humanos. Aunque la Madre Tierra no podía otorgarles a sus hijos la inmortalidad -ese era un regalo que solo la Divina Energía podía otorgar- colocó dentro de cada uno de ellos una chispa de la Divinidad que había sido compartida en ella, asegurando que a pesar de que sus cuerpos siempre deberán regresar a la tierra de la cual fueron hechos, su conciencia continuará eternamente en forma de espíritu, de manera que pudieran renacer una y otra vez en la Madre Tierra.
     Creados en su imagen, los hijos de la Tierra encantaron a los Dioses y Diosas. Los Dioses y Diosas juraron velar por ellos y compartir el Otro Mundo con los espíritus Divinos dentro de ellos cuando lo inevitable sucediera, y sus cuerpos mortales fallecieran.

viernes, 4 de noviembre de 2016

G.K Chesterton

Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden se vencidos.

jueves, 3 de noviembre de 2016

J.K ROWLING

Son nuestros gustos, en mayor medida que nuestras capacidades, lo que revela más de nosotros mismos.
                                                         Harry Potter And The Chamber Of Secrets

miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL CORAZÓN PELUDO DEL BRUJO

Erase una vez un joven brujo atractivo, rico y con talento que observó cómo sus amigos se comportaban como idiotas cuando se enamoraban: retozaban como crios, se acicalaban y perdían el apetito y la dignidad. Así pues, decidió no caer nunca en esa debilidad y empleó las
artes oscuras para evitarlo.
La familia del brujo, que ignoraba su secreto, se sonreía al verlo tan frío y distante.
—Todo cambiará el día que quede prendado de una doncella —profetizaban.
Pero el joven brujo no quedaba prendado de nadie. Pese a que más de una doncella sentía intriga por su altivo semblante y utilizaba sus encantos más sutiles para complacerlo, ninguna consiguió cautivar su corazón. El brujo se vanagloriaba de su propia indiferencia y de la sagacidad que la había producido.
Transcurridos los primeros años de la juventud, los amigos del brujo empezaron a casarse y, más adelante, a tener hijos.
«Sus corazones deben de estar resecos como cáscaras por culpa de los lloriqueos de esos críos»,
se burlaba el brujo para sus adentros mientras observaba las payasadas de aquellos jóvenes padres.
Y, una vez más, se felicitaba por la sabia decisión que tomara en su día.
A su debido tiempo, los ancianos padres del brujo fallecieron. Pero éste no lloró su muerte; al contrario, se alegró de ella, porque ahora reinaría solo en el castillo. Había guardado su mayor tesoro en la mazmorra más recóndita, y así pudo entregarse a una vida de lujo y desahogo, en la que su comodidad era el único objetivo de los numerosos sirvientes que lo rodeaban.
El brujo estaba seguro de que provocaba una inmensa envidia a todos cuantos contemplaban su espléndida y apacible soledad; por eso sintió una ira y un disgusto tremendos cuando, un día, oyó a dos de sus lacayos hablando de su amo.
El primer criado expresó la pena que sentía por él, pues pese a toda su riqueza y poder seguía sin tener a nadie que lo amara.
Pero su compañero, riendo con burla, le preguntó por qué creía que un hombre con tanto oro y dueño de tan grandioso castillo no había conseguido una esposa.
Esas palabras asestaron un duro golpe al orgullo del brujo.
Así pues, decidió esposarse de inmediato con una mujer que fuera superior a todas las demás.
Tenía que poseer una belleza deslumbrante, para despertar la envidia y el deseo de todo hombre que la contemplara; descender de un linaje mágico, para que sus hijos heredaran dones extraordinarios; y poseer una riqueza como mínimo equiparable a la suya, para así continuar con su cómoda existencia pese al aumento de los gastos domésticos.
El brujo podría haber tardado cincuenta años en encontrar a una mujer así, pero resultó que el día después de tomar la decisión de buscarla, una doncella que cumplía todos los requisitos llegó a la región para visitar a unos parientes.
Era una bruja de una habilidad prodigiosa y poseía una gran fortuna en oro. Su belleza era tal que cautivaba el corazón de todos los hombres que la miraban; es decir, de todos los hombres excepto uno: el corazón del brujo no sentía absolutamente nada. Aun así, ella era el premio que él buscaba, de modo que empezó a cortejarla.
Quienes se percataron de su cambio de actitud se asombraron, y le dijeron a la doncella que había logrado aquello en lo que centenares de mujeres habían fracasado.
La joven también se sentía fascinada y, al mismo tiempo, repelida por las atenciones que le dedicaba el brujo. Jamás había conocido a un hombre tan raro y distante, y percibía la frialdad que yacía bajo la ternura de sus lisonjas. Sin embargo, sus parientes opinaban que esa unión era muy conveniente y, deseosos de fomentarla, aceptaron la invitación del brujo al gran banquete que organizó en honor de la doncella.
La mesa, repleta de plata y oro, fue servida con los mejores vinos y los manjares más deliciosos.
Unos trovadores tocaban laúdes con cordaje de seda y cantaban canciones sobre un amor que su amo nunca había sentido. La doncella estaba sentada en un trono junto al brujo, quien, en voz baja, le dedicaba tiernas palabras que había escamoteado a los poetas sin tener la menor idea de su verdadero significado.
La doncella escuchaba desconcertada, y al final replicó:
—Hablas muy bien, Brujo, y me encantarían tus halagos si pensara que tienes corazón. El anfitrión sonrió y le aseguró que no debía preocuparse por eso. Le pidió que lo acompañara.
Ambos salieron del salón donde se celebraba el banquete y él la condujo hasta la mazmorra donde guardaba su mayor tesoro.
Allí, en un cofre encantado de cristal, reposaba el corazón del brujo. Como llevaba mucho tiempo desconectado de los ojos, los oídos y los dedos, nunca lo había estremecido la belleza, una voz cantarina o el tacto de una piel tersa. Al verlo, la doncella se horrorizó, pues el corazón
estaba marchito y cubierto de largo pelo negro.
—Pero ¿qué has hecho? —se lamentó—. ¡Devuélvelo a su sitio, te lo suplico!
El brujo comprendió que debía complacer a la joven. Así que sacó su varita mágica, abrió el cofre de cristal, se hizo un tajo en el pecho y devolvió el peludo corazón a la vacía cavidad original.
—¡Ya estás curado y ahora conocerás el amor verdadero! —exclamó la doncella, radiante, y lo abrazó.
La caricia de sus suaves y blancos brazos, el susurro de su aliento y la fragancia de su espesa cabellera rubia traspasaron como lanzas el corazón recién despertado del brujo. Pero en la oscuridad del largo exilio a que lo habían condenado se había vuelto extraño, ciego y salvaje, y le surgieron unos apetitos poderosos y perversos.
Los invitados al banquete se habían percatado de la ausencia de su anfitrión y la doncella. Al principio no se preocuparon, pero al pasar las horas empezaron a inquietarse, y al final decidieron ir en su busca. Recorrieron todo el castillo y encontraron la mazmorra, donde los
aguardaba una escena espantosa.
La doncella yacía muerta en el suelo, con el pecho abierto; agachado a su lado estaba el brujo, desquiciado y sosteniendo en una mano un gran corazón rojo, reluciente, liso y ensangrentado.
Lamía y acariciaba ese corazón mientras juraba que lo cambiaría por el suyo.
En la otra mano sostenía su varita mágica, con la que intentaba extraerse el corazón marchito y peludo. Pero el corazón peludo era más fuerte que el brujo, y se negaba a desconectarse de sus sentidos y volver al cofre donde había pasado tanto tiempo encerrado. Ante las horrorizadas miradas de sus invitados, el brujo dejó la varita y asió una daga de plata. Y tras jurar que nunca se dejaría gobernar por su corazón, se lo sacó del pecho a cuchilladas. Entonces se quedó un momento arrodillado, triunfante, con un corazón en cada mano, y a continuación se desplomó sobre el cadáver de la doncella y murió.
                                                                                             J.K ROWLING